martes, 5 de marzo de 2013

Perros agónicos




   Como perros plagados, aplastados, ennegrecidos por el moho, por el vicio, por el sexo indestructible, embobados de mirar la luna, vagamos, vagamos y cantamos, viéndonos andar las soledades. Yo maldije mis manos, mi maldad, mi cintura, tú los recoges y los besas, los haces sentir como manos y cinturas, como maldad incontrolable.

   Como perros aullantes y agónicos somos lo que fuimos siempre, meando en las esquinas, lamiéndonos el culo, volviendo una y otra vez a nuestro vómito, mirando al ser humano ser humano, a los dioses creerse dioses, y a nosotros, lo que somos, lo que fuimos siempre, humillados, con la voz en grito y la sangre en nuestras manos, sin edades, sin ancestros ni sucesores, nos observamos en silencio, con asco, con piedad, con temor.

   Y seguimos el camino corriendo enloquecidos, ladrando delirantes, echando espuma por la boca, rabiosos de ser lo que fuimos siempre, no humanos, no dioses, en silencio, a solas pero en todas partes, en cualquier esquina, debajo de los autos, durmiendo en las veredas, persiguiendo bicicletas, mirando la luna para embobarnos, con nuestras manos, nuestras cinturas, y nuestra maldad incontrolable.    

G.M. 


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