domingo, 14 de abril de 2013

La memoria de las letras. Relación histórica y poética de las artes penquistas





N° 2 “Enves”: el opuesto de una época contra-poética


El Concepción histórico se ha presentado como una geografía rica y generosa en relación a la actividad artístico-cultural. El campo de las letras no ha estado ajeno a este proceso. Uno de los textos que mejor recoge la historia literaria de Concepción remarca como hitos relevantes acontecidos en esta urbe “la antología Treinta años de poesía en Concepción, las novelas Túneles morados y Ciudad Brumosa de Daniel Belmar, la poesía de Gonzalo Rojas, la revista Arúspice, los encuentros de escritores chilenos y latinoamericanos de 1958 y 1962 y el funcionamiento, en los mismos años, de notables talleres literarios pioneros en Chile, que atrajeron figuras como Lihn, Tellier, Donoso, etc.”1

Esta floreciente actividad cultural guarda relación con la importancia de la ciudad en el contexto nacional y la presencia de una de las universidades más importantes del país. Gravitando por los exteriores de la U. de Conce se generaron la mayoría de las iniciativas literarias. No es casualidad, entonces, que posterior al golpe militar la actividad artística de la ciudad de Concepción prácticamente desapareciera. Las universidades (no solo las de esta región) fueron uno de los objetivos centrales del régimen, ellas fueron espacio de purgas, represión y censura generalizada. Un hecho poco recordado es el ataque con fuego de artillería que sufrió la Universidad Técnica de Estado durante el golpe, lo cual nos demuestra el contenido simbólico que tenían estas instituciones, tal como lo tuvo la Moneda en su momento.

De todos modos, cualquier actividad artístico-cultural, fuera generada en la universidad o en cualquier otro lugar fue drásticamente censurada por el nuevo modelo. La significación del acto de creación artística fue profundamente modificado el 11 de septiembre. Si antes de esa fecha era una actividad libre, después se transformó en actividad amordazada. Los militares intentaron instalar, a cualquier costo, una versión oficial de la realidad, por tanto no sorprende que dentro de su plan estuviera el neutralizar cualquier actividad artística, al fin y al cabo: ¿no es el arte cualquier cosa menos una versión oficial de la realidad?

Frente al nuevo contexto, la expresión artística se posicionó naturalmente en una vereda contraria al poder hegemonico, en tanto reproducía discursos no oficiales, pequeños espacios de divergencia no autorizados. El costó de emitir estos discursos no era menor. La cantidad de artistas torturados, asesinados y exiliados durante la dictadura fue relevante. Es por eso que nos parece importante reconstruir esas pequeñas historias de resistencia, enarboladas por aquellos que se negaron a silenciar su palabra poética. Esta es la historia de quizás la primera publicación literaria post-dictadura, la primera piedra-metáfora lanzada contra el régimen desde la ciudad de Concepción.

Para conocer la historia de esta publicación debemos remontarnos al mes de Julio del año 1973. En esa fecha 2 estudiantes de literatura de la Universidad de Concepción se asocian para sacar un triptico literario, ellos son Mario Milanca y Carlos Cociña. La publicación se llamaba “Fuego Negro”, un nombre que nos trae a la memoria un ímpetu relacionado con De Rokha, algo con fuerza, propio de jóvenes con intenciones de crear y manifestarse libremente. Sin embargo, “Fuego Negro” fue literalmente fulgor y despedida, ya que solo unos meses después de ser publicadó los milicos desenfundaban sus matracas.

Que Milanca y Cociña se hayan aventurado a sacar una publicación literaria en tiempos de la Unidad Popular no causa mucha sorpresa, al fin y al cabo en aquel tiempo estaban las condiciones dadas para manifestarse en cualquier plano, ya sea político, social o cultural. Pero que su interés por dispersar la palabra poética subsistiera con posterioridad al golpe de Estado es, a lo menos, destacable.

La vez que tuve la ocasión de hablar con Carlos Cociña me dijo “nos preguntamos si era posible escribir poesía después de lo que pasó y lo que estaba pasando, y decidimos que sí. Porque fuera de ser nuestro interés, era una forma de resistencia. Porque estaba prohibido, prohibido salirse de los margenes, prohibida la asociatividad, prohibida la discrepancia del modelo” Fue así como en 1974 estos dos amigos se aventuraron a construir lo que seria, casi sin ninguna duda, la primera publicación poética en Concepción durante el tiempo dictatorial.

A su esfuerzo se unió un tercer integrante llamado Nicolás Miquea. Organizados los 3 mosqueteros decidieron poner el nombre de “Enves” a la nueva publicación. Este nombre quería decir “el reverso”, “lo opuesto”, precisamente lo que se sentían sus integrantes, antagonistas naturales frente a la situación que se presentaba sórdida frente a ellos. Los que financiaron el proyecto fueron amigos de los organizadores y algunos profesores de la Universidad de Concepción.


Tras preguntarle a Cociña donde imprimían el triptico me respondió que en la imprenta de la universidad y agregó “La persona que nos recibió nos dijo: acuérdense que esto lo va a leer alguien”. Extraño comentario, al fin y al cabo, claro, la idea era que alguien lo leyera, por algo lo estaban imprimiendo, entonces, ¿qué quería decir el sujeto con esa frase? Era una advertencia del peligro que corrían por hacer circular este tipo de materiales. Y aunque los poemas de “Enves” no eran explícitamente subversivos, aun así significaban un elemento potencialmente incomodo para el régimen ¿acaso no era una acción profundamente política dedicarse a eso que no era grato para el régimen? En aquellos años los estudiantes debían estudiar, nada más, ¡y se acabo el asunto! ¿qué es eso de andar publicando poesía?, ¿para qué sirve esa cosa? ¿no era Neruda poeta y comunista?

“Enves” tenia las mismas características de “Fuego Negro”, era un tríptico, conformado por una hoja doblada en tres partes, la cual contaba con algunos textos y poemas de diversos estudiantes de la U. de Conce. Solían imprimir cerca de 500 ejemplares que distribuían por dentro de la universidad, siempre con el miedo de que alguien los “sapeara”, pero decididos a difundir los poemas en ese ambiente rígido y mecánico que imponía la situación política del país. Aunque su periodicidad no era continua “Enves” logró publicar 6 títulos desde 1974 hasta 1976, año en que generan la última publicación. Los tripticos eran distribuidos “mano a mano” a través de círculos de confianza y amistades.

La historia de “Enves” es importante, en tanto abre las puertas para las posteriores publicaciones poéticas post-dictatoriales en la ciudad de Concepción. También porque nos muestra la capacidad potencialmente critica que tiene el discurso poético. Por otro lado nos demuestra que es posible generar y difundir creaciones literarias incluso bajo las peores condiciones políticas y represivas. En suma es un  pedazo de memoria que nos insta a recuperar el ímpetu por difundir la literatura a cualquier costo, como un necesario espacio de resistencia.

Desde mi punto de vista la poesía actual también debiera instalarse como un discurso incomodo frente  a los poderes hegemonicos. Si durante la dictadura una simple hoja doblada con poemas era un espacio de resistencia, hoy, en cambio, frente a las nuevas condiciones políticas, vemos que no es así. Urge, entonces, buscar las maneras en que nuestro discurso y practicas poéticas encuentren ese espacio de resistencia, ese lugar de interacción entre el placer de crear lo que nos libera y la belleza de destruir lo que nos oprime. Una importante tarea, espero estemos a la altura de las circunstancias.

1-Alonso, Maria; Mestre, Juan; Rodriguez, Mario; Triviños, Gilberto (1989). Las plumas del colibrí, Santiago. CESOC Ediciones Chile y America, p. 11

 Escrito por Raúl Millán


POEMAS DE LOS CREADORES DEENVES


7.3

La más grave nevazón cae en la bahía de Concepción
La isla es un montón de nieve, un montón de cuerpos
que se acumulan hasta el fondo del mar. Los pinos no
resisten el peso de la nieva y la espuma se escarcha
en la cresta de las olas.

Las nubes y el viento se han quedado detenidos. Empieza
a caer la lluvia, llena de sal, evaporándose entre la
hierva de los afluentes del Bío-Bío.

El olor de los naranjos apaga el ruido de los pinos
que se quiebran, y cae la nieve, a los huesos quebrados
de la isla.

Carlos Cociña

Sin título

y tu  campo  de  flores
        campo  de  lagrimas
        campo  de  pesadillas
        campo  de  despojos
        campo  de  exilios
        campo  de  humillaciones
        campo  de  desvarío
        campo  de  la nada
        campo  de  odio
        campo  de  azotes
        campo  de  lluvia
        campo  de  sinsabores
        campo  de  barro
        campo  de  desprecio
        campo  de  nieve
        campo  de  corderos
        campo  de  frío
        campo  de  concentración
       
                     de  CRUCES Y DE FLORES

Mario Milanca

Cielo Abierto

Al oscurecer, mientras sueño, escribo poemas.
Pinto de colores mi casa, huelo la lluvia
pudriendo la cerca de madera. La mancha verde
de los pinos hendiendo sus púas en el cielo.

Después beso a mi mujer y juego con mis hijos.

que no habrá luz que azote las tejas de la
casa ni perturbe mis recuerdos.

Al oscurecer, cuando sueño, creo ver mi nombre
escrito sobre los muros con extraña caligrafía.

La ilusión no tiene memoria, es la resaca que
lo barre todo.

Lejanos están los días en que deambulaba por
los cementerios y se me subía por la garganta
el olor de las flores marchitas.

Nicolás Miquea




 

 

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