Ingenuamente
escribir quise, ingenuamente lo escribí. Y hoy en que me encuentro con el hecho
consumado, cada vez más profundo me vuelvo el perro extradiegético que le mueve
la cola al personaje que injustamente hago cargar mi cruz, porque como pequeño
dios soy un pequeño injusto, pero aún soy más pequeño que eso, una coma, un
punto vanidoso, el paréntesis que envuelve el llanto del héroe cobarde y
lastimero que me escribe a través de la pluma que es el demiurgo que nos une.
Pero el libro ya no sabe contener su
rebelión y se desangra, y conspira porque no aprueba mi injusticia sobre él, y
me grita en su silencio la imposición de mi dolor, y me escupe en la cara la
vanidad que le inyecté, y su saliva es tan amarga como la mía y como la de ese
héroe cobarde y lastimero que nos convoca, porque en el fondo sabemos de
nuestra trinidad y nos odiamos.
G.M.
0 comentarios:
Publicar un comentario