martes, 1 de octubre de 2013

La memoria de las letras. Relación histórica y poética de las artes penquistas



N°5 Arúspice: los poetas vaticinadores de Concepción en los 60



Contrariamente a la tendencia general (como muchas cosas que ocurrían en aquella época) durante los años 60 las revistas de poesía más relevantes del país se generaron en provincias. Tebaida, Trilce y Arúspice, son los tres grupos literarios más mencionados o estudiados de esta época, los cuales se ubicaban, respectivamente, en las ciudades de Arica, Valdivia y Concepción.

Podemos mencionar, a manera general, algunos de los rasgos que caracterizaban a estos grupos. En primer lugar estaban formados en su mayoría por estudiantes, es decir jóvenes poetas. Todas se desarrollan al alero de las universidades, ya que sus integrantes estudiaban en éstas y recibían un activo apoyo institucional por parte de ellas. Eran grupos que habían fundado revistas de poesía, en donde publicaban los poetas más importantes dentro de ese pedazo de tierra que llaman Chile, y también, uno que otro celebre autor latinoamericano.

Sin duda, la generación poética del 60 (y aquí me doy el lujo de decir que es mi favorita en términos literarios) era una camada de poetas privilegiados. Hay que partir comentando la escuela de la que venían. La generación que se había consagrado en los 50, es decir sus predecesores, contaban con figuras no menores como: Enrique Lihn, Gonzalo Rojas, Armando Uribe y Jorge Tellier ¿podrían haber tenido mejores tutores? La época en la que se desenvuelven, los años 60 y principios de los 70, es quizás uno de los espacios históricos más ricos de nuestro país y el mundo. La mentalidad general estaba cambiando, surgían movimientos contraculturales en diversas partes del mundo, los hippies, el rock and roll; resurgían los impulsos utópicos al calor de la oposición a la guerra de Vietnam y la revolución cubana; revueltas en América Latina y movimientos políticos en Europa eran la tónica general. Los 60 parecían años en que todo se podía, aquí en Chile, esa década terminó, con nada menos que la Unidad Popular en el gobierno, ufff... Y como si todo esto fuera poco, hay que agregar las nuevas corrientes literarias, el Boom Latinoamericano, los escritores beat que se estaban conociendo en estas zonas del planeta, el mayor protagonismo del trabajo antipoético de Nicanor Parra, entre otras explosiones.

No se debe olvidar el hecho de que en aquellos años también existían otros grupos literarios, por ejemplo los capitalinos "Tribu No", "Escuela de Santiago" y "Grupo América", sin embrago no tuvieron la difusión de los tres mencionados al principio, suponemos que este hecho, junto a otras razones, se debió a que no tenían el apoyo universitario con el que contaban los 3 grupos de provincias comentados al comienzos de este texto. Por otro lado, grupos como "Tribu No" en donde se encontraban instalados Cecilia Vicuña y Claudio Bertoni, entre otros, estaban permeados por una cultura literaria distinta, más cercana al mundo Beat norteamericano, en contraposición al marcado latinoamericanismo que profesaban estas publicaciones.

En el caso concreto de Concepción, que es el lugar geográfico en donde se instala el grupo literario que vamos a comentar en este escrito, encontramos una ciudad visiblemente estimulada en diversos aspectos. Debemos recordar la fundación en 1920 de la Universidad de Concepción, polo cultural relevante a nivel nacional que dio espacios a una cantidad de agrupaciones ligadas a la música, el teatro y la poesía, entre otras. Antes de Arúspice, el grupo que nos convoca, se encontraba funcionando el Grupo literario Vanguardia dirigido por Jaime Giordano. Por otro lado, se realizaban hace bastantes años los Encuentros de Escritores organizados por Gonzalo Rojas, en donde se habían dado cita personajes como Benedetti o Ginsberg. La ciudad había sido cuna del Movimiento de Izquierda Revolucionario, y la federación de estudiantes había caído bajo su poder. En la propia universidad se estaba llevando a cabo la reforma universitaria, una serie de cambios que estructuraban la institución académica según los intereses de la comunidad que cobijaba: profesores, estudiantes y trabajadores. También, es necesario mencionar que llegaban nuevas corrientes académicas dentro de los campos de las ciencias sociales, por ejemplo el estructuralismo, todas influencias que marcaron a la generación de los años 60. No debe desconocerse, por otro lado, la importante labor que tuvieron escritores y poetas de la zona, como el anteriormente nombrado Gonzalo Rojas, y Alfonso alcalde. En otra vertiente artística se encontraban en Concepción y sus alrededores artistas plásticos como Julio Escamez, Santos Chavez y Rafael Ampuero. Por último, y no menos relevante, es el aporte realizado por el Teatro Universitario de la Universidad de Concepción (TUC) que daba una potencia en el ámbito de lo dramático. Todo lo anteriormente dicho se debe unir a la influencia de obras que llegaban a a manos de los estudiantes, principalmente del Boom Latinoamericano, aquí, solo por mencionar algunas, podemos hablar de Rayuela, El Túnel o Cien Años de Soledad. Díganme ustedes ¿Acaso no iban a estar estimulados estos chiquillos?

Pero, ¿Quiénes eran Arúspice? Básicamente un grupo de estudiantes de la Universidad de Concepción, aunque, es necesario recalcar, también tuvieron entre sus filas a otros poetas que no eran siquiera de Concepción, como, por ejemplo, Floridor Perez. Se puede decir que los dos fundadores y artífices principales fueron Jaime Quezada y Silverio Muñoz, ambos integrantes estables y fundamentales dentro del grupo. Su primera conformación fue establecida en 1964, bajo el nombre de De los Amaneceres, para posteriormente, un año después, pasar a llamarse Arúspice.


Según lo recuerda el propio Quezada "Creo que es una palabra que encontramos al azar en el diccionario, apenas lo abrimos, ninguno de nosotros sabía realmente qué significaba, pero el término representaba, de alguna manera, lo que nosotros queríamos ser: una especie de vaticinadores, de auguradores" Y es que Arúspice era el sacerdote que vaticinaba el futuro después de inspeccionar las tripas de un animal muerto, en la antigua Roma. Fue en la mismísima casa de Gonzalo Rojas que los jóvenes escogieron el nombre, porque el poeta siempre figuró como una especie de padrino del grupo. Eso, conjugado con el sentido que tenia la institución universitaria de la época, mucho más abierta a la comunidad y al desarrollo integral de los saberes humanos, determinó que el grupo se viera fuertemente apoyado por la universidad, me parece señero un comentario de Quezada al respecto "el rector David Stitchkin nos estimuló mucho, incluso, él se excusaba, a veces, de no poder asistir a nuestras reuniones, ¡imaginate aquella época!, un rector, y se daba tiempo para escribirnos no la simple carta de excusa sino que misivas realmente estimuladoras, extensas, en fin, era una relación muy hermosa" Definitivamente eran otros tiempos ¿se imaginan a los rectores de ahora en esa parada? ¡Ja! Más bien son una especie de figuras burocráticas inalcansables ¿o, no?

Pero, entraríamos en un despropósito si atribuyeramos la trascendencia de Arúspice exclusivamente al apoyo institucional con el que contaba. Sin duda fue un factor relevante, pero también lo fue el hecho de que el grupo tenía una práctica asociativa incansable, "no teníamos un presidente, un secretario ni cosas por el estilo, había un respeto mutuo entre nosotros, no era que nos juntáramos una vez a la semana, nosotros nos reuníamos todos los días, realmente todos los días: estábamos permanentemente en este asunto de la literatura y, también, con una conciencia, diríamos, bastante social o ideológica, porque sin tener una participación política directa, de alguna manera estábamos vinculados con la universidad y con el medio, íbamos a las minas del carbón, apoyábamos las huelgas, leyendo en distintos lugares donde pensábamos que era necesario que se hicieran lecturas", comenta Quezada.

Arúspice debe entenderse dentro de su contexto histórico. Eran tiempos en donde el sentido de comunidad se encontraba muy expandido. Había un ímpetu por superar el individualismo y avanzar hacia la construcción de sentidos que potenciaran al colectivo. Quizás por eso esta generación se dedico menos a las polémicas internas que historicamente tanto asedian a los grupos de poetas, así lo demuestran las palabras de Floridor Perez al referirse a su generación, "tuvimos maestros, pero no caudillos. No hubo Nerudistas contra Rokhistas". El mismo Perez es claro al enunciar que "creíamos, y pienso en mis compañeros del sesenta, que el libro no era más venerable que la revista, ni el lector más importante que el auditor en un recital". Me parece muy relevante este comentario, el hecho de que se valorara la revista sobre el libro demuestra la actitud colectiva y, quizás, comunitaria que tenían estos poetas. Se privilegiaba el instrumento literario en donde podían convivir las obras de muchos de ellos, en contraposición, por ejemplo, al tan difundido libro de nuestra época, que sólo deja albergar a un puro escritor, solitario. Por otro lado, que el lector no fuera más importante que el auditor en un recital, demuestra que, en aquellos años, la poesía era más que el papel, es decir, aún se recitaba, en público, en lugares abiertos, el poeta no era un ser desconocido o recluido dentro de su individualidad, era un personaje público, con todo lo que ello implicaba. Las palabras de Gonzalo Millán, en relación al viejo Rojas, son señeras con respecto a esa visualización pública del poeta "a mi me sorprendió mucho que en su casa en Concepción, hubiera una plancha de madera que decía: "Gonzalo Rojas, poeta", así como hay otros que ponen "medico" o "abogado", y esto me mostraba que el poeta tenía un lugar en la sociedad".

En 1969 el grupo Arúspice, hizo un viaje con el patrocinio de algunas universidades hasta Ecuador y Perú. En Quito visitaron la casa de la cultura bajo el alero del pintor Osvaldo Guayasamin, mientras que en Lima y Arequipa estuvieron siguiendo las huellas de Cesar Vallejo. Después de llegado el gobierno de Allende la revista Arúspice siguió saliendo periódicamente, recopilando en sus paginas a poetas consagrados y emergentes, provenientes de todo el territorio nacional.

Contrariamente a lo que se podría creer, la revista Arúspice no se terminó con el golpe militar, sino que un poco antes. Lo mismo sucedió con Tebaida en Arica y Trilce en Valdivia. Es cierto que, posteriormente, el régimen no posibilitó ningún tipo de publicación de este tipo, pero no tuvo que llegar el régimen para que estas publicaciones dejaran de existir. Esto se puede entender porque, a finales del gobierno de la UP, los integrantes de estos grupos literarios estaban saliendo de la universidad y emigraban hacia otros lugares, pero, también creo señero el hecho, como lo comenta Silverio Muñoz, de que "cuando la claridad ideológica se hizo tal, tuvo que perder relevancia la idea de "grupo" , en la misma medida en que se afianzaba y consolidaba la de "partido". ¡Particularmente en Concepción! Entonces- y así lo entendí y muchos del grupo conmigo- más que poetas o narradores había que ser "camaradas". Los tiempos exigían esas claridades".

Todos estos comentarios y apuntes los dejo aquí a modo de que cada uno haga sus propias reflexiones, ya que no quiero extenderme más en el asunto, solo dejar en claro hasta qué punto la labor del poeta estaba compenetrada, limitada y potenciada por los agentes externos que lo rodeaban, por su realidad social. Algo que me parece más que importante de tener presente hoy en día, cuando los tiempos cambian tan rápido y nuestra realidad social parece pasar vertiginosa frente a nuestras pupilas. ¿Qué es lo que nos rodea que tiene a la poesía tan soterrada?

Creo que podemos sacar varias ideas de este tipo de iniciativas como Arúspice. Alguien podría aventurarse a pensar que hoy en día nos falta el apoyo institucional que tenía esta revista, por ejemplo de parte de las universidades. Yo, más que emular eso, lo cual veo bastante difícil considerando los intereses a los que sirven actualmente las instituciones universitarias, y el tipo de gente que está a cargo, apostaría, más bien, a reconstruir el espíritu de comunidad que tenían los poetas de aquella época. Más que buscar recursos para financiarnos o apoyo de otro tipo, creo vital volver a cimentar las bases para un diálogo entre todas y todos aquellos que están generando poesía. Tengo la impresión de que son muchos, podría asegurarlo sin temor a equivocarme, sin embargo, por alguna razón, es difícil observarlos ¿por qué las y los poetas actuales no construyen espacios colectivos de discusión, trabajo, comunidad, fraternidad? Claro, me dirán que la actitud de los poetas sólo sigue el ímpetu individualista que envuelve nuestros días, es posible, sin embargo, ¿podemos caer en esa explicación determinista para abstraernos de toda culpa? Creo que no, me parece que los culpables somos nosotros mismos, que no podemos lograr hacer de la poesía un acto colectivo, comunitario, en definitiva, humano.

Es por eso que, a diferencia de lo que algunos creen, la poesía no está mal porque le falte apoyo institucional, de las empresas, de los estados. La poesía no está mal porque los libros son caros, porque faltan recursos, por el IVA, por el dinero... No. La poesía está mal porque los y las poetas han olvidado la importancia de sentarse juntos, conversar, imaginar colectivamente, de dialogar, es decir, de construir mundos de forma comunitaria. Mientras esas tareas no las concretemos no podremos dar futuros pasos, y sacar del profundo agujero en que se encuentra actualmente la poesía, ahogada por el morboso espectáculo y el férreo individualismo que caracterizan a nuestros tiempos.

                   Si jugaramos a ser Arúspices por un momento ¿Qué futuro vaticinaríamos?

Los invito a imaginarlo, y quizás juntos, ojo, dije: ¡JUNTOS!, podamos augurar algo bueno. Yo al menos quiero creer que sí, pero no depende solo de mí, depende de nosotras y nosotros, depende de todos.


Escrito por Raúl Millán.


*Todas las citas utilizadas en este texto fueron extraídas del libro de Soledad Bianchi titulado "La memoria : modelo para armar : grupos literarios de la década del sesenta en Chile, entrevistas".
 

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