martes, 2 de julio de 2013

Wurlitzer. Notas sobre literatura y música





N° 3: Acerca de la musicalización de textos poéticos.  


      Al referirse a las mezclas y relaciones entre literatura y música es posible observar varias modalidades, entre estas se pueden mencionar como las más relevantes: obras literarias inspiradas en canciones o piezas musicales doctas, a su vez, canciones basadas en literatura o en escritores, artistas que son doblemente músicos y poetas, conceptos y procedimientos musicales aplicados en la creación literaria, y quizá, la más popular de todas, la musicalización de textos poéticos. 
      Musicalizar un texto poético, es a grandes rasgos insertar un poema preexistente como literatura en un contexto musical y producir el equilibrio y la coherencia correspondiente. Ahora bien, las dificultades se presentan a la hora de hacer corresponder la forma y el contenido del texto en la dimensión sonora de la música. ¿Qué estilo musical usar?, ¿qué ritmo?, ¿cuántas voces o hablantes líricos tiene el texto? ¿Cuántas y qué tipo de voces musicales usar?, ¿Qué tipo de instrumentos?, estas son algunas de las preguntas que al resolverse son la clave del éxito o el fracaso de una musicalización de texto poético.
  
      En este sentido me gustaría destacar dos situaciones que me resultan fundamentales para la musicalización, la primera es si se mantiene o no la métrica del poema al convertirlo en canción, es decir, si se mantiene el ritmo original del texto, respetando pausas y acentos, estructura estrófica y disposición de los versos; y la segunda, si se realiza o no un desplazamiento del contenido del poema a la forma musical, por ejemplo, si se usaran escalas orientales en un poema que hablara sobre el antiguo imperio chino.  Destaco estas dos situaciones porque me parecen los pilares fundamentales de la musicalización, pues de las correctas decisiones de respetar o no la métrica original y desplazar o no el contenido del texto a la forma musical, surgirían las respuestas a las dificultades antes mencionadas.
      En Chile tenemos obras musicales míticas en este género, como Alturas de Machu-Pichu de Los Jaivas, que recrea casi en forma integra el poema de Neruda de 1950 que lleva el mismo nombre, también bandas que se han dedicado de lleno a la mezcla de poesía y música como González y Los Asistentes, y también intentos menos elegantes como la canción “Sinfonía de cuna” de los Chancho en piedra cuya letra es el poema del mismo nombre de Nicanor Parra. 
      Ejemplos foráneos se encuentran en varios estilos y ritmos musicales, por citar algunos en Argentina, Fito Páez, quien en su disco Moda y Pueblo (2005) musicaliza el texto “Romance de la pena negra” del Romancero gitano del español Federico García Lorca, y quizá uno de los mejores exponentes de la musicalización de textos poéticos en Latinoamérica, Pedro Aznar, quien homenajea a Borges en su disco “Caja de música” musicalizando doce de sus poemas contando en su interpretación con figuras como Mercedes Sosa y Víctor Heredia, además de otras musicalizaciones de autores como Atahualpa Yupanqui (Soledad Jujuy 1942) o Neruda (Farewell). 
      Como se observa, la musicalización de poemas es una práctica creativa que vincula literatura y música, o más bien restablece un vínculo primigenio entre ambas: la palabra como sonido, el sonido como canto, el canto como poesía, la poesía como música.


Texto por Gabriel Meza Alegría.



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