N° 3: Acerca de la musicalización de textos poéticos.
Al referirse a las
mezclas y relaciones entre literatura y música es posible observar varias
modalidades, entre estas se pueden mencionar como las más relevantes: obras
literarias inspiradas en canciones o piezas musicales doctas, a su vez,
canciones basadas en literatura o en escritores, artistas que son doblemente
músicos y poetas, conceptos y procedimientos musicales aplicados en la creación
literaria, y quizá, la más popular de todas, la musicalización de textos
poéticos.
Musicalizar un
texto poético, es a grandes rasgos insertar un poema preexistente como
literatura en un contexto musical y producir el equilibrio y la coherencia
correspondiente. Ahora bien, las dificultades se presentan a la hora de hacer corresponder
la forma y el contenido del texto en la dimensión sonora de la música. ¿Qué
estilo musical usar?, ¿qué ritmo?, ¿cuántas voces o hablantes líricos tiene el
texto? ¿Cuántas y qué tipo de voces musicales usar?, ¿Qué tipo de instrumentos?,
estas son algunas de las preguntas que al resolverse son la clave del éxito o
el fracaso de una musicalización de texto poético.
En este sentido
me gustaría destacar dos situaciones que me resultan fundamentales para la
musicalización, la primera es si se mantiene o no la métrica del poema al
convertirlo en canción, es decir, si se mantiene el ritmo original del texto,
respetando pausas y acentos, estructura estrófica y disposición de los versos;
y la segunda, si se realiza o no un desplazamiento del contenido del poema a la
forma musical, por ejemplo, si se usaran escalas orientales en un poema que
hablara sobre el antiguo imperio chino. Destaco
estas dos situaciones porque me parecen los pilares fundamentales de la
musicalización, pues de las correctas decisiones de respetar o no la métrica
original y desplazar o no el contenido del texto a la forma musical, surgirían
las respuestas a las dificultades antes mencionadas.
En Chile tenemos obras musicales míticas en
este género, como Alturas de Machu-Pichu
de Los Jaivas, que recrea casi en forma integra el poema de Neruda de 1950 que
lleva el mismo nombre, también bandas que se han dedicado de lleno a la mezcla
de poesía y música como González y Los Asistentes, y también intentos menos
elegantes como la canción “Sinfonía de cuna” de los Chancho en piedra cuya
letra es el poema del mismo nombre de Nicanor Parra.
Ejemplos
foráneos se encuentran en varios estilos y ritmos musicales, por citar algunos
en Argentina, Fito Páez, quien en su disco Moda
y Pueblo (2005) musicaliza el texto “Romance de la pena negra” del Romancero gitano del español Federico
García Lorca, y quizá uno de los mejores exponentes de la musicalización de
textos poéticos en Latinoamérica, Pedro Aznar, quien homenajea a Borges en su
disco “Caja de música” musicalizando doce de sus poemas contando en su
interpretación con figuras como Mercedes Sosa y Víctor Heredia, además de otras
musicalizaciones de autores como Atahualpa Yupanqui (Soledad Jujuy 1942) o
Neruda (Farewell).
Como se
observa, la musicalización de poemas es una práctica creativa que vincula
literatura y música, o más bien restablece un vínculo primigenio entre ambas:
la palabra como sonido, el sonido como canto, el canto como poesía, la poesía
como música.
Texto por Gabriel Meza Alegría.
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